Raymond Mar, doctor en Psicología por la Universidad
de York, en Canadá, estudió el comportamiento del cerebro cuando una persona
lee, y está convencido de que cuando se lee la historia de un personaje en una
novela, “es casi lo mismo que vivir la trama”, por eso crece el cúmulo de
experiencias con los libros. Lo dice Mar y los estudios realizados sobre
actividad cerebral.
Las investigaciones científicas destacan –para empezar
a abordar el tema– la diferencia entre cerebro y mente. “Con el fin de entender lo que hace el
cerebro, tenemos que entender lo que hace la mente; no podemos hablar
del cerebro por sí solo”, señala Keith Oatley, profesor emérito de Psicología
Cognitiva de la Universidad de Toronto, Canadá.
Y no se refiere al mero hecho de saber si una área
específica se activa cuando se lee; es más complejo, es comprender cómo
funciona la mente durante el proceso, añade Raymond Mar.
De las primeras reacciones al leer es plasmar fotos en
la mente. “Hay evidencia de que la
mente crea o recuerda objetos que se asemejan a la descripción”, anota
Mar. Si se trata de la detallada imagen de una escena, el científico asegura
que se aprecia la descripción del cerebro en la corteza visual: “hay
similitudes entre percibir y leer acerca de la percepción”, agrega.
Tanto Oatley como Mar coinciden en que el cerebro no distingue con total precisión
entre leer sobre la experiencia de un personaje de ficción y vivir esa
actividad en la vida real. “Aparentemente hay similitudes en la forma en
que el cerebro reacciona a leer sobre algo y experimentarlo”, añade Mar.
Según el especialista, cuando una persona lee que un
personaje ficticio realiza determinada tarea, las áreas del cerebro que se
activan son las mismas que esa persona utiliza para llevar a cabo la acción.
“En una historia cuyo protagonista
enfrenta una situación peligrosa o temerosa, el lector también siente miedo”,
ejemplifica. Aspecto muy relacionado con la empatía, el sentimiento de identificación con algo o alguien.
Los estudios van más lejos. “Las regiones motoras en el cerebro que se activan cuando leemos en
silencio una palabra de acción, están muy cerca de las regiones que se activan
cuando se lleva a cabo el movimiento”, señala Véronique Boulenger,
investigadora en Neurociencia Cognitiva del Laboratorio de Dinámicas de Idioma
en Lyon, Francia. Si se lee una acción realizada con la pierna como patear,
caminar o correr, el cerebro activará la región motora, según la investigadora.
“De alguna manera, el cerebro simula la
acción que lee”.
Cuenta que en una de las pruebas que realiza les pide
a los participantes que lean los verbos de acción en una pantalla y al mismo
tiempo tomen un objeto; “la concreción de los movimientos son más lentos que llevarlos a cabo sin estar
leyendo”, dice. “Sucede porque existe una interferencia o competición en el cerebro por la utilización de
los mismos recursos”, asevera.
Leer ilustra, es verdad, lo
que ahora descubren los especialistas en la materia es que ilustra en más
aspectos de los que se tenían revisados. Hay empatía, nuevos y más amplios
horizontes, además de información y capacidad de reacción.