Ellos no duermen con los peces… aún

El mendigo en verdad fastidiaba a Pasquale Parrello, así que él les dijo a sus subalternos que se encargaran del tipo. El supuesto jefe mafioso no apreció que el hombre acosara mujeres en el estacionamiento cerca de su restaurante en el Bronx, Pasquale’s Rigoletto, por lo que ordenó a uno de sus soldados “rómpele las rodillas”.

Cuando los mafiosos hallaron al mendigo ese día de junio de 2011, lo atacaron con tarros de vidrio y botas con punta de acero, según una acusación federal sin cerrar el 4 de agosto. Uno de los atacantes, Ronald “la Bestia” Mastrovincenzo, luego fue captado por un micrófono oculto hablando en código sobre el incidente: “¿Recuerdas los viejos días en el vecindario cuando solíamos jugar béisbol?… Se hizo un juego de pelota como esos”.

En una acusación de 32 páginas a principios de agosto —la cual reveló que la Mafia todavía es una amenaza, incluso tras décadas de investigaciones enérgicas, arrestos y largas sentencias en prisión—, fiscales federales acusaron a 46 miembros y asociados de cinco familias criminales de La Cosa Nostra (LCN) en conexión con una creciente empresa criminal que abarcaba desde Massachusetts hasta Florida. La larga lista de crímenes incluye asalto, tráfico de armas, usura y fraude médico, mientras que los apodos de los acusados —como Gallo, Remolcador, y Nicky el Pelucas— evocan una era antigua de películas de mafiosos como El padrino o Buenos muchachos. “La acusación se lee como una novela sobre la Mafia de la vieja escuela, donde la extorsión, el juego ilegal, los incendios y las amenazas de ‘golpear’ a alguien se llevan a cabo junto con algunos crímenes modernos de esquilmar tarjetas de crédito”, dijo Diego Rodriguez, jefe de la oficina del FBI en Nueva York, en un comunicado de prensa.

Agentes federales arrestaron a supuestos gánsteres de cuatro de las cinco familias criminales de Nueva York, capturando a miembros de los clanes Genovese, Gambino, Luchese y Bonanno, además de Joey Merlino, el supuesto jefe mafioso de Filadelfia, junto con hombres bautizados y asociados en Massachusetts, Nueva Jersey, Florida y Costa Rica. Sólo la familia Colombo quedó fuera de esta redada.

La organización —llamada la East Coast LCN Enterprise por los federales— “parecía usar toda argucia conocida por nosotros”, dijo Bill Bratton, comisionado del Departamento de Policía de Nueva York, en el comunicado de prensa. Además de romper muchas piernas, los gánsteres supuestamente vertieron gasolina y luego le prendieron fuego a un auto propiedad del dueño de un club competidor de apuestas en Yonkers, vendían armas ilegales y hacían millones con cigarrillos sin gravar e información robada de tarjetas de crédito.

Los federales dijeron que la organización también hacía dinero a través de un negocio de apuestas deportivas en Costa Rica y una estrategia de fraude médico en el que médicos corruptos escribían recetas falsas por cremas costosas y cobraban a las compañías de seguros. Los fiscales dijeron que los supuestos mafiosos también golpeaban a los jugadores que no podían pagar sus deudas, como cuando Parrello ordenó a otro mafioso que atacara a un deudor quien le debía $30,000 dólares: “Quiero que Buddy lo estrangule, lo estrangule, en verdad estrangule al hijo de la chingada… y le diga: ‘Escúchame… la próxima vez no voy a dejar de estrangularte… voy a matarte’.”

Richard Mangan, un profesor de justicia penal en la Universidad Atlántica de Florida y ex agente de la Administración para el Control de Drogas, dice a Newsweek que le sorprendió ver una redada tan grande contra la LCN, en oposición a las operaciones más activas del crimen organizado ruso o mexicano. “Podrá ser el ocaso, pero no es la noche”, dice él de la mafia italiana. “No habría una acusación como esta si no hubiera un crimen significativo. Voy a usar esta acusación en mi clase”.

La Mafia alcanzó la cúspide de su poder en EE UU en las décadas de 1970 y 1980, cuando la organización tenía influencia o control total de los sindicatos laborales y las industrias que iban desde el transporte hasta la basura y la construcción. Un ejemplo del poder mafioso se dio en 1979, cuando el FBI mudó su oficina de Nueva York del Upper East Side a sus oficinas actuales en el centro y los mafiosos usaron su control de la industria de mudanza y almacenes para amañar la puja por la mudanza. “Lo que el gobierno federal tuvo que pagar por esa mudanza fue inflado porque los cinco miembros de las compañías de mudanza y almacén dominadas por la Mafia se habían reunido y coludido en sus pujas”, dice Edward McDonald, ex fiscal federal en Brooklyn quien supervisó casos de la Mafia en la década de 1980 e incluso se interpretó a sí mismo en Buenos muchachos.

A finales de la década de 1970, el Departamento de Justicia reajustó sus prioridades para atacar a la Mafia, y el FBI hizo lo mismo, enfocándose en investigaciones de extorsión laboral y los líderes de la organización, dice McDonald a Newsweek. En Nueva York, el FBI tenía casi 500 agentes persiguiendo casos de la Mafia en la década de 1990, con cinco escuadrones que competían entre sí mientras cada uno perseguía a una familia criminal diferente. “Ellos hirieron de gravedad, pero no mortalmente, a las cinco familias en Nueva York”, dice Selwyn Raab, autor tanto de Five Families: The Rise, Decline, and Resurgence of America’s Most Powerful Mafia y la novela detectivesca que inspiró el exitoso programa de TV de la década de 1970 Kojak. “Lo que sucedió fue que el 11/9 cambió todo. Fue un aplazamiento para las familias”. Después de los ataques del 2001, el FBI retiró a tres cuartos de sus agentes de las investigaciones mafiosas para reasignarlos a contraterrorismo, y Raab calcula que todavía hay casi 1000 hombres bautizados en el área de la ciudad de Nueva York hoy día.

Los 46 acusados se declararon no culpables en su primera aparición ante la corte federal de Manhattan. Ellos incluían a Bradford Wedra, quien fue arrestado bajo cargos de extorsión. (Él tiene una sentencia por asesinato en 1981 por matar a un hombre quien le faltó al respeto enfrente de su novia en un bar llamado Fudgie’s.) “Ellos me sacaron del funeral de mi primo anoche, y no pude ir al entierro esta mañana”, dijo él a Newsweek. “Mi pasado es la razón de que me castiguen”.

Una mujer quien esperó a uno de los supuestos mafiosos afuera de una corte con paneles de mármol el 4 de agosto también negó acaloradamente los cargos. “¿Han visto cómo está mi techo?”, dijo ella a una amiga sobre las reparaciones que necesita su casa. “¿Dónde está todo el chingado dinero del que están hablando?”.

Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek