El gobierno de Filipinas ha emprendido una ofensiva contra el narcotráfico que incluye un llamado a los drogadictos a matar a los traficantes, alimentando una nueva escalada en la guerra brutal contra las drogas iniciada por el controvertido presidente Rodrigo Duterte, que ya se ha cobrado la vida de 2000 personas.
“¿Por qué no los visitan [a los narcotraficantes], vierten gasolina en sus casas y les prenden fuego para mostrar su rabia?”, dijo el jefe de policía de ese país, Ronald dela Rosa, en un discurso difundido en televisión el viernes.
“Están disfrutando su dinero, dinero que destruye sus cerebros. Ustedes saben quiénes son los señores de la droga. ¿Quieren matarlos? Adelante. Matarlos está permitido porque ustedes son las víctimas”, agregó el mando policial ante varios cientos de toxicómanos en la región central de Filipinas.
Los comentarios de Dela Rosa, que el viernes se disculpó ante el aluvión de críticas, son un paso más en las directrices impuestas por Duterte, que han despertado la preocupación de Naciones Unidas y de las organizaciones proderechos humanos.
Una investigación de la cadena británica BBC dio cuenta este viernes del testimonio de una mujer que confesó haber matado a narcotraficantes por orden del gobierno de ese país que, refiere el reporte, tiene a su mando a “escuadrones de la muerte”.
María, el nombre falso con el que es identificada la mujer por el medio, dijo que forma parte de un equipo que incluye a tres mujeres. En su caso mencionó que ha asesinado a seis personas, todas con disparo en la cabeza. Cuestionada sobre quién le dio la orden para acabar con la vida de esas personas, confió a la BBC: “Nuestro jefe, el oficial de policía”..
El nuevo presidente filipino, llegado al poder en mayo, prometió matar a decenas de miles de criminales con el objetivo de eliminar las drogas ilegales del país en seis meses.
Días después de ser elegido Duterte ofreció a oficiales de seguridad recompensas por los cuerpos de traficantes de drogas.
La BBC cita declaraciones de Duterte hechas el pasado fin de semana en las que defendió los asesinatos extrajudiciales de criminales sospechosos. “¿Importan realmente las vidas de esos 10 criminales? Si voy a enfrentar todo esto… ¿significan algo 100 vidas de estos idiotas?”, declaró.
La relatora especial de la ONU sobre ejecuciones sumarias, Agnes Callamard, ha afirmado que estas medidas “incitan a la violencia y el asesinato, un crimen según el derecho internacional”, pero tanto Duterte como Dela Rosa aseguran que trabajan dentro de la ley y que sus comentarios son simples “hipérboles” para asustar a los traficantes.
Desde el inicio de la campaña contra las drogas han muerto 1.946 personas, según explicó el propio Dela Rosa al Senado.
Muchos filipinos siguen apoyando a Duterte, aceptando su argumento de que se necesitan medidas drásticas para impedir que Filipinas se convierta en un “narcoestado”.
Pero las controversia sigue aumentando, así como el miedo creciente a que las fuerzas de seguridad y asesinos a suelo estén matando indiscriminadamente a personas por la mera sospecha de su participación en el tráfico de drogas o directamente sin relación alguna con este negocio.