Por qué la inmigración es buena para la cultura

Los crímenes de odio en
Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte alcanzaron nuevas alturas tras el voto
Brexit en el Reino Unido. Esto era tristemente previsible, si consideramos que
uno de los argumentos de la campaña “Salir”, a favor de abandonar la Unión
Europea, era la posibilidad de volver más estricta la inmigración y los
controles fronterizos.

El sentir anti-inmigratorio
no es un fenómeno exclusivo de los británicos. Alternativa para Alemania, un
partido nacionalista que registró el incremento más fuerte durante tres
elecciones estatales federales en 2016, proclamó “Einwanderung braucht klare Regeln”: la
migración requiere de reglas claras. Y con su llamado a construir un muro en la
frontera con México, el candidato republicano a la presidencia de Estados
Unidos, Donald Trump, ha situado la retórica anti-inmigrante en el centro de la
política estadounidense.

El mensaje de estos políticos es palmario: la
inmigración no es solo una amenaza económica, también es un peligro cultural,
pues cuanto más aceptemos las diferencias de estilo de vida en nuestro
territorio, mayor es la amenaza existencial para la forma como hacemos nuestras
cosas. No obstante, nuestra investigación reciente demuestra que un intercambio
de cero entre la cultura nacional y otras, no refleja la realidad.

Integración bidireccional

Psicólogos, antropólogos y científicos políticos han
estudiado cómo pueden integrarse los migrantes, conservando la herencia
cultural del país donde nacieron y simultáneamente, adaptándose a la cultura
que los recibe. De esa manera, un migrante alemán que vive en el Reino Unido
puede tener amigos alemanes que hablen alemán y apoyen al equipo de fútbol
alemán, aunque al mismo tiempo hable inglés con fluidez, conviva con amigos
británicos, y se ponga una amapola en el ojal en
noviembre.

En términos generales, los migrantes que se
identifican y participan tanto en su cultura hereditaria como en la huésped
disfrutan de un mayor bienestar general, y sus hijos se desempeñan mejor en la
escuela.

Pero, ¿qué hay de los nacionales, el pueblo no
migrante que convive con los inmigrantes de su país? ¿También son capaces de
adaptarse a los inmigrantes sin perder su cultura nacional?

En la investigación reciente con mi colega Tara
Marshall, traté de responder esta interrogante cambiando los términos de un
cuestionario que suele aplicarse a los migrantes. El cuestionario original usa
10 preguntas para que los migrantes revelen en qué medida mantienen su vínculo
con la cultura de nacimiento o “hereditaria”, y otras 10 preguntas para
averiguar cuánto se han adaptado a la nueva cultura “huésped”.

Adaptamos esto para los nacionales: formulamos 10
preguntas sobre cuánto creen estar vinculados con su cultura de nacimiento –lo
que llamamos “mantenimiento de la cultura nacional”- y otras 10 sobre su
adaptación a las culturas de los inmigrantes, es decir, su “adaptación
multicultural”. Por ejemplo, ¿tienen vecinos, amigos, colegas o alumnos que
saben que son inmigrantes, y se identifican con ellos?

Distribuimos el cuestionario entre 837 nacionales en
dos estudios distintos que llevamos a cabo en 2012. Para el primero, pedimos a
218 nacionales estadounidenses que respondieran el cuestionario modificado en
línea. Por ejemplo, en una escala de 1 (“fuertemente en desacuerdo”) a 5
(“fuertemente de acuerdo”), les preguntamos si: “Creo en mis valores culturales
estadounidenses” y “Creo en los valores culturales diversos”.

Los datos reflejaron que los nacionales
estadounidenses no solo pueden integrarse con otras culturas, sino que la
adaptación de la cultura nacional, simultáneamente con la adaptación a las
culturas de los inmigrantes, estaban vinculadas de manera significativa y
positiva. Cuando nuestros participantes obtenían calificaciones altas en las 10
preguntas sobre “mantenimiento de la cultura nacional”, mostraban también una
mayor probabilidad de calificar muy alto en las otras 10 preguntas sobre “adaptación
multicultural”, y viceversa. Esto indica que la construcción de un muro entre
culturas, como propone Trump, resultaría, de hecho, en una merma de la cultura
nacional de Estados Unidos, en vez de fomentar que el pueblo la respalde.

Por qué la inmigración es buena para la cultura

En nuestro segundo estudio de
2012, 619 participantes del Reino Unido, Alemania, China, India y Estados
Unidos también respondieron el cuestionario en línea. De nueva cuenta hallamos
que, en todos los países, una calificación elevada en un conjunto de 10
preguntas no impactaba o tenía un impacto ligeramente positivo en cómo
respondían los nacionales al siguiente conjunto de preguntas. El “impacto
ligeramente positivo” se reflejó en los nacionales estadounidenses y europeos
que respondieron el cuestionario, mientras que el “no impacto” apareció en los
participantes chinos e indios.

En otras palabras, los
nacionales británicos que participaban en las prácticas culturales de
comunidades inmigrantes, como Diwali (Festival de las Luces hindú) tenían la
misma probabilidad de intervenir en prácticas como Bonfire Night (Noche de la
Hoguera), y eran igual de propensos a respaldar fuertemente valores británicos
como el individualismo, por ejemplo, la preferencia de usar “yo” sobre
“nosotros”.

Encajar

En este segundo estudio, también analizamos de qué manera la
adaptación cultural a la cultura inmigrante en su país afectaba el bienestar y la
vida cotidiana. Nuestros resultados arrojaron un mensaje claro: cuando te
adaptas a otros grupos culturales de tu país, su presencia te estresa menos y
experimentas un sentimiento de “encajar” o de sentirte cómodo en ambientes
multiculturales.

Todo esto nos lleva a Brexit.
Los que hicieron campaña para “Salir” argumentaron que al abandonar la Unión
Europea y reducir la inmigración, la cultura británica quedaría protegida. Sin
embargo, nuestra investigación demuestra que la probabilidad de que la gente respalde
la cultura británica no está amenazada, y que incluso podría ser mayor si
también respaldamos las culturas de los inmigrantes.

Nuestra investigación refleja
los hallazgos de Alexander Betts, experto en migración de Oxford, quien
argumenta que el voto por Brexit surgió de “una división profunda y no
estudiada entre quienes temen la globalización y quienes la abrazan”.

La integración no es tarea exclusiva de los inmigrantes. Los nacionales que se
integran con las culturas que los rodean también pueden prosperar más.

Katharina Lefringhausen es profesora de psicología en
la Universidad de Brunel, Londres.

Publicado en colaboración con Newsweek / Published in colaboration with Newsweek