Se trata del envío de contenidos de tipo
sexual producidos por el propio remitente a otras personas por medio de
teléfonos móviles: se le llama sexting. Lo hacen
jóvenes emulando lo que a diario miran en sus navegadas por el ciberespacio.
Varios estudios al respecto aseguran que muchos de los adolescentes todavía
creen que una imagen en su teléfono o en su computadora está segura, además suelen
confiar en el destinatario, en su discreción y enamoramiento. Y se dan casos
también en que ven la oportunidad de ser ‘estrellas’, de conseguir la
aprobación deseada.
Hay que agregar en los hasta hace poco eran niños: las típicas ganas de
notoriedad, rebeldía, explosión hormonal, y el absoluto –o casi– interés por
sondear las consecuencias.
Un estudio del Internet & American Life Project, del Pew Research
Center, señala que los adolescentes toman las imágenes de sexting como una
especie de moneda emocional, que necesitan pagar para mantener una relación. La
organización británica Oldham Safeguarding Children’s Board añade que los
jóvenes ven en esta práctica la manera de tener sexo seguro.
La revista Pediatrics enfatiza
que de los motivos más comunes para el sexting entre púberes figura una
relación sentimental, el ligue, las bromas, o estar bajo el efecto de alguna
droga. ConnectSafley determina que las principales razones para producir o
trasmitir sexting son: noviazgo, coqueteo, lucimiento, impulsividad, presión de
los amigos, venganza, intimidación y chantaje.
Según el Centro de Investigación sobre Delitos contra los Niños, la
ruptura de una pareja es una causa frecuente de los casos de sexting que llegan
a las manos de la policía en Estados Unidos; las autoridades señalan que los
adolescentes usan el sexting porque necesitan llamar la atención.
John Brown, director del programa de abuso sexual británico, asegura que
se han descubierto numerosos casos en Inglaterra en que chicas hasta de 12 años
reciben presiones de sus novios para que les envíen fotos de ellas desnudas.
A finales del año pasado, un grupo numeroso de estudiantes de una
pequeña ciudad de Estados Unidos se intercambiaron entre 300 y 400 fotos de
ellos sin ropa. La investigación empezó de inmediato para averiguar si había
algún adulto involucrado.
Se realizó una asamblea general para avisarles a los papás de los
retratados e informales del tipo de redes sociales que se usan para mandar este
tipo de contenidos. El sheriff Paul Schultz reconoció que el problema sobrepasa
la capacidad de gestión de la ciudad; ‘con las nuevas tecnologías las imágenes
llegan a todos lados’.
En el otro lado del espectro, la organización Social Tic promueve y
habilita a grupos sociales para que refuercen su actividad a través de la
tecnología. Consideran que la gente tiene libertad para hacer lo que quiera con
su imagen en las redes sociales. Reconocen que hay situaciones que se salen del
control personal.
Para evitar momentos incómodos, o de evidente peligro, aconsejan que no
se plasme toda la información en la imagen, que se cubra el rostro o las
posibles pistas de identidad y ubicación, que no se envíen foto a personas
desconocidas, y que de preferencia la sesión de sexting se haga por video
llamada.
Agregan que hay que borrar los mensajes comprometedores del celular, por
si caen en manos de alguien curioso, y que se utilicen contraseñas seguras. Ni
bueno ni malo: el sexting es.