El panorama para los atletas mexicanos que participan en Río es sombrío, cada día que avanza, las esperanzas de conseguir una medalla parecen esfumarse y el dramatismo crece, ya que desde hace 88 años, en los lejanos y poco recordados Juegos Olímpicos de Amsterdam en 1928, nuestra delegación no regresa a casa con las manos vacías. Sí, cualquiera podría decir que en 1928 la delegación constó de 32 participantes y no como en ésta de Río, en la que hicieron el viaje 125 atletas, 93 más que en aquella justa, pero al final, el resultado podría ser el mismo. Cero preseas.
Más allá de esta lamentable actuación de la que hemos sido partícipes, sobresalen todavía más los desafortunados comentarios de nuestros atletas tras el fracaso. Todo inició con Aída Román, la arquera con altas esperanzas de medalla, tanto en la competencia por equipos como en su participación individual. En ambas su desempeño fue por abajo de lo esperado y tras ser eliminada, dijo a una cadena de televisión: “Soy Aída Román, no le debo nada a nadie”, desde luego que los aficionados se dejaron venir con comentarios lapidarios en las redes sociales.
Le siguió Iván García, quien tras no conseguir una presea en la plataforma de 10 metros, en los clavados sincronizados, señaló: “Esta actuación no repercute en mi vida, estoy muy tranquilo, ya tengo una medalla”, haciendo referencia a la obtenida cuatro años atrás en los Juegos Olímpicos de Londres, donde finalizó en la misma modalidad en la segunda posición, haciéndose de la medalla de plata. Igualmente, casi al mismo tiempo en que hacía estas declaraciones, las redes sociales se incendiaron para mofarse y sentenciar al llamado ‘Pollo’.
Y así siguieron Raúl Gutiérrez, técnico del Tri Olímpico, Jahir Ocampo, los boxeadores Joselito Velázquez y Raúl Curiel, que no dio el peso de su división, y los que se sumen en los días venideros tras una desastrosa actuación. Una justificación sin fundamentos y marcada por la soberbia luego del descalabro. Pero, ¿a qué obedece una conducta así?
Río se ha convertido en la primera edición de Juegos Olímpicos donde las redes sociales han jugado un papel fundamental; si bien en Londres 2012 ya comenzaban a leerse opiniones a través de Twitter y Facebook, fue hasta esta justa cuando el mundo, a un click de distancia, ha podido hacer que sus opiniones sean tomadas en cuenta, incluso con interactividad con los deportistas.
Habría que imaginar el papel de las redes sociales en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, cuando Ben Johnson superó a Carl Lewis con 9.79 segundos en los 100 metros planos, un tiempo impropio para la época, donde incluso, días antes, Lewis había pronosticado que ganaría la carrera con un tiempo máximo de 9.80. Poco después de conocerse el dopaje de Johnson, tuvo que abandonar Seúl ante el señalamiento de la televisión y la radio, y quizá el mundo lo condenaba a la distancia, en las pláticas de café, con los amigos, pero su voz no se hacía retumbar, como puede hacerse ahora.
Es por ello que hoy en día, aunque muchos pueden encumbrarse de inmediato gracias al impacto que brinda una noticia, también pueden quedar sepultados en caso de no saber cómo actuar ante los millones que los observan a través de los distintos medios tecnológicos.