Recordado por su postura conservadora y
su vívida escritura, el difunto juez Antonin Scalia, que murió este fin de
semana, escribió notables disensiones y algunas innovadoras opiniones
mayoritarias durante las décadas en que sirvió en la Suprema Corte de Estados
Unidos. Quizás la mayor decisión que escribió fue en el caso del Distrito de
Columbia v. Heller en 2008, el más importante fallo
de la Suprema Corte estadounidense sobre las armas de fuego en tiempos modernos.
En el caso, el tribunal consideró por
primera vez en 70 años el significado de la Segunda Enmienda, determinando si
la Constitución de Estados Unidos protege el derecho de un individuo a poseer
armas de fuego o protege la posesión de armas de fuego relacionada con el
trabajo en un grupo militar estatal.
Scalia, de 79 años, fue encontrado
muerto en Cibolo Creek Ranch en Texas. Siendo un conservador incondicional, el
primer juez ítaloestadounidense de la historia había trabajado en el Tribunal
Supremo del país durante 30 años, y en junio de 2008 redactó la polémica decisión
mayoritaria del tribunal sobre ese importante caso. En un fallo de 5 a 4 que
dividió a los jueces conservadores y liberales, el tribunal evaluó la propiedad
de armas de fuego y sostuvo la opinión de que la Constitución protege el
derecho de una persona a poseer un arma de fuego para su uso personal. La
decisión también echó abajo una prohibición vigente desde hacía varias décadas sobre
la posesión de pistolas y una ley de almacenamiento seguro en Washington, D.C.
La Segunda Enmienda dice: “Siendo
necesario un cuerpo militar bien regulado para la seguridad de un estado libre,
el derecho de las personas a tener y portar armas no deberá ser infringido.”
Los jueces discrepantes argumentaron que la Segunda Enmienda fue creada para
garantizar que los estados pudieran formar milicias para combatir a un gobierno
excesivamente poderoso, en caso de ser necesario.
Pero Scalia rechazó su opinión,
diciendo: “Indudablemente, algunas personas piensan que la Segunda
Enmienda es anticuada en una sociedad donde nuestro ejército permanente es el
orgullo de nuestra nación, donde las fuerzas policiales bien entrenadas
proporcionan seguridad personal, y donde la violencia por arma de fuego es un
problema serio. Eso es quizás discutible, pero lo que no es discutible es que
no es función de este tribunal declarar la abolición de la Segunda
Enmienda.”
A comienzos de 2008, en una encuesta
Gallup se descubrió que una clara mayoría de estadounidenses (73 por ciento),
pensaba que la Segunda Enmienda garantiza el derecho de los estadounidenses a poseer
armas de fuego. Y casi 7 de cada 10 estaban en contra de cualquier ley que hiciera
que la posesión de un arma de fuego fuese ilegal, con excepción de la policía.
El fallo del tribunal fue un cambio
radical con respecto a una decisión previa sobre la Segunda Enmienda. Posiblemente,
es también una decisión que los defensores de ambos bandos del debate sobre las
armas de fuego han malinterpretado. A pesar de que el tribunal dictaminó que
los estadounidenses tienen el derecho constitucional a poseer un arma cargada
en casa para usarla en defensa propia, Heller también tuvo en cuenta ciertas restricciones
a la posesión de armas de fuego, como quién podía poseerlas, y dónde podían
llevarse. Actualmente, los eruditos continúan debatiendo las cláusulas de la Segunda
Enmienda.
En el resumen del expediente de la
corte, Scalia escribió: “Al igual que la mayoría de los derechos, la Segunda
Enmienda no es ilimitada. No concede el derecho a tener y llevar cualquier arma
en cualquier forma y para cualquier propósito.”
Como señala el Centro Legal para Prevenir
la Violencia por Arma de Fuego, el tribunal en Heller no abordó el tema de si
la Segunda Enmienda restringe a los gobiernos estatales y locales. Sin embargo,
la cuestión fue abordada dos años después en el caso McDonald v. Ciudad de Chicago, en el que los
jueces determinaron que la Segunda Enmienda se aplica a los estados
individuales.
Mientras los jueces se preparan para
empezar a escuchar argumentos dentro de algunas semanas, no hay ningún caso
entrante relacionado con la Segunda Enmienda. Pero la inesperada muerte de
Scalia se produce en medio de la turbulencia política en un año electoral, y pone
en tela de juicio la postura de la Suprema Corte sobre los derechos
relacionados con las armas de fuego. A pesar de los llamados hechos por
republicanos de alto rango para que el senado se rehúse a considerar un
sustituto propuesto por el presidente Barack Obama, éste ha dicho que cumplirá
sus obligaciones constitucionales al nombrar a un sustituto para el puesto
vacante de Scalia.