Familiares de estudiantes de la universidad keniana de Garissa, donde yihadistas somalíes shebab mataron a 147 personas, intentaban este viernes obtener información sobre sus seres queridos, mientras se conocían nuevos detalles sobre lo ocurrido el jueves.
El ataque, el más mortífero en Kenia desde el perpetrado por Al Qaida contra la embajada estadounidense en 1998, en el que murieron 213 personas, conmocionó a todo el país.
El ministro keniano del Interior, Joseph Kaissery, prometió que el país no se dejará “intimidar por los terroristas” y que será capaz de “ganar esa guerra”.
Los shebab, vinculados a Al Qaida, asaltaron en la madrugada del jueves el campus de la universidad de Garissa (noreste), a unos 150 kilómetros de la frontera somalí, donde estudian cientos de jóvenes originarios de distintas regiones.
El asalto, que derivó en una feroz toma de rehenes, duró hasta la noche, cuando las fuerzas gubernamentales abatieron a los cuatro asaltantes.
Este viernes, centenares de supervivientes y familiares se agolpaban ante las rejas de la universidad, acordonada por las fuerzas de seguridad. En el interior, se recogían los últimos cadáveres y el ejército rastreaba el campus para asegurarse de que ya no había ningún peligro.
“Estoy tan preocupado, tengo un hijo que estaba entre los estudiantes atrapados en la universidad y no tengo noticias suyas desde ayer”, explicó Habel Mutinda, entre sollozos.
“He intentado identificar su cuerpo entre los muertos”, añadió este anciano. “Tengo que hacerlo antes de que se descomponga con el calor (…) He pasado toda la noche aquí, ha sido muy difícil, es doloroso”.
Unos 70 cuerpos llegaron este viernes a la morgue de Nairobi y se sumaron a los 20 trasladados la víspera. Unas 100 personas, sin noticias de sus familiares, esperaban larga y dignamente para poder identificar los cadáveres, observando fotos de sus caras o sus cuerpos.
Según la Cruz Roja, los cuerpos de las 147 víctimas serán repatriados a la capital.