Lila Downs: voz de “Balas y chocolate”

“Dicen que en Oaxaca se toma el mezcal con café.” Así reza una de las canciones más conocidas de la cantautora oaxaqueña Lila Downs, quien sonríe apenas escucha la estrofa de una de las tantas composiciones que ha interpretado buscando rescatar y hacer vibrar las raíces de una tierra golpeada por la desigualdad y la injusticia.

“Cuando canto evoco los sabores y olores de México… pienso en el ritual, en el olor de la tierra, en el ciclo de la vida, en las mujeres y el maíz sagrado, en tradiciones que nos conectan a un pasado donde está nuestro ombligo”, suelta de golpe con los ojos fijos en un horizonte lleno de imágenes y con la seguridad con que se debe dar un sorbo de mezcal.

Y es que adentrarse en la música de Lila Downs es reivindicarse con tradiciones que parecen extraviadas, con luchas que parecen perdidas en un escenario global donde el capital manda, pero ella es consciente de que su voz lleva un mensaje social tatuado:

“Para mí es importante decir las cosas que no se quieren decir, hay mucha hipocresía en nuestra sociedad. Cuando estaba más chava comencé a componer versos… ahora que estoy más ‘madurita’ me sigo enojando mucho, pero trato de ser pacífica y de componer temas que muevan a la gente, ese es mi mayor ideal.”

Basta escuchar algunas letras de su extensa discografía para entender que a Downs no le atraen las canciones light, de puro amor y dulce, ya que, asegura, “no reflejan la realidad inmediata de su entorno y la vida misma”. Lila es consciente de que “México vive una realidad surreal entre pecados y milagros”, y afirma que su música “está inspirada en las cosas terribles y milagrosas que nos pasan”.

En su último disco, titulado Balas y chocolate, que próximamente presentará en El Plaza Condesa del DF, tragedia e inocencia coexisten: “Fue inspirado por el tema de la migración de niños en países de Centroamérica como Honduras, Guatemala y El Salvador”.

La parte edulcorada, considera, es sustancial en su más reciente narrativa musical: “La ruta del cacao y su historia, su lugar ritual y sagrado para los mexicanos, me ayudaron a componer otros versos con la ayuda de mi hijo de cuatro años”.

Por ello, para una mujer considerada la Mercedes Sosa o Chabela Vargas de generaciones más jóvenes, México, su “patria madrina”, es un tema obligado:

“Soy consciente del dolor y la tragedia que representan los desaparecidos y las muertes, de las mujeres que desaparecen día a día. Lo que vemos en las noticias es alarmante y no debemos olvidarlo, aunque haya una parte de nosotros que lo quiera hacer. Es importante recordarlo y pensar en las cosas positivas que podemos hacer por nuestro país para mejorarlo.”

—Tu último sencillo, “Patria Madrina”…

—Es un tema que compuse hace poco más de un año con Juanes, donde describo lo que nos pasa: “Hoy amanecí con el ojo pegado, y admiré el infierno y admiré las noticias… Todo amaneció mejor, mejor”, es mi rezo, en el que yo quisiera creer que todo va a amanecer mejor. Si uno cree en algo y lo practica, seguramente las cosas van a cambiar.

—¿Cuál fue el último escenario que
te marcó?

—Si bien cada uno tiene su hermosura y me entrego a cada uno de ellos, me gusta saber el significado y la historia del lugar, el Carnegie Hall ha sido uno de los lugares más significativos que he visitado últimamente. En el Carnegie Hall hay muchas ánimas, y estoy segura de que en el último concierto que realicé ahí, estuvieron presentes a mi lado durante el concierto.

—Tus últimas coordenadas sobre… ¿Ayotzinapa?

—Justicia.

—¿Latinoamérica?

—La hermandad olvidada que necesita reencontrarse.

—¿Día de Muertos?

—Es mi centro, un lugar de búsqueda
de respuestas.

—¿Patria Madrina?

—La pasión, el orgullo de quien soy…
es todo lo que soy.

—¿Chabela Vargas?

—Mi madrina, de las personas más divertidas que he conocido.